¿Cómo ha afectado el COVID-19 a la política internacional?
Es más que evidente que la situación que estamos viviendo de pandemia va a marcar un punto de inflexión en la política exterior de muchos países, pero todavía es pronto para saber cómo ha afectado realmente el COVID-19 a la política internacional.
Realizar un análisis en profundidad es complejo, pero podemos centrarnos en tres puntos importantes y que están en boca de todos: La recesión económica, las políticas de inmigración y el papel de China en el nuevo escenario mundial.
Hoy ya nadie niega que este virus trae consigo un altísimo coste en vidas humanas. Pero también va a acarrear un coste económico que muchos trataban de minimizar al principio de la pandemia. El Fondo Monetario Internacional habla de la peor recesión económica desde la Gran Depresión y, aunque muchos gobiernos tratan de calmar las aguas y hablan de que la recuperación económica será tan rápida como ha sido la caída, pocos creen en estos mensajes.
Endurecimiento de las políticas de inmigración
Una de las consecuencias más inmediatas que ha traído el COVID-19 en cuanto a política internacional es un endurecimiento de las políticas de inmigración. La salud ha sido la bandera esgrimida para cerrar fronteras y para evitar que vengan personas de terceros países. Pero ya muchos apuntan a una posibilidad que cada vez parece tomar más fuerza.
Es evidente que los países más pobres, que son los que tienen mayores flujos de personas que emigran, son los más afectados por la pandemia y esto puede servir de excusa para cerrar unas puertas que ya estuvieron siempre tan solo entreabiertas y con muchos reparos.
¿Servirá el COVID-19 para aplicar medidas antinmigración más duras? Muchos afirman que va a ser así y ya comienzan a prever las consecuencias que esto puede tener para sectores como la agricultura, servicios o la atención domiciliaria donde la mano de obra inmigrante es mayoritaria en todo el primer mundo.
El papel de China tras el COVID-19 y el nuevo escenario mundial
Si algo ha quedado claro durante esta crisis es la gran dependencia de la economía occidental respecto al mercado chino. Muchas de las materias primas de las que dependen muchas de nuestras industrias, incluída la farmacéutica, proceden del gigante oriental y durante esta crisis hemos visto como la globalización, tal como la conocemos, podría tener los pies de barro.
Mientras que hasta el momento EEUU era el líder indiscutible en el terreno de la economía y de la tecnología, China fue poco a poco abriéndose un camino como productor gracias a su mano de obra abundante y barata y a un sistema económico que favorecía una producción muy eficiente. Pero, además, se centró en la producción de materias primas fundamentales para la industria.
En los últimos años China comenzó a destacar también en el terreno tecnológico, lo que ha quedado patente con la guerra del 5G y parecen estar llevando la delantera en el desarrollo de la inteligencia artificial del futuro. Todo esto ha supuesto una guerra mejor o peor encubierta según el momento con EEUU y que se ha venido desarrollando con armas muy diferentes a las convencionales, pero que a raíz del COVID-19 ha quedado totalmente al descubierto.
Muchos afirman que China dará ahora un paso adelante en firme para convertirse en el nuevo líder mundial y dejar en un segundo plano a unos EEUU cada vez más débiles que han demostrado estar muy poco preparados para un crisis como la del COVID-19. Un escenario de nueva recesión podría ser justo lo que China necesitaría para intentar tomar las riendas apoyada, seguramente, por India.
¿Quién ganará la lucha finalmente? Es posible que todo dependa de los aliados que cada país sepa ganarse en esta batalla pero está claro que más pronto que tarde sabremos cómo ha afectado realmente el COVID-19 a la política internacional.